SANTÍSIMO CRISTO EN SU MISERICORDIA

En la primera capilla que abre a la nave de la epístola de la Iglesia Parroquia del San Bartolomé Apóstol de Paterna del Campo, antiguamente dedicada al Santísimo Cristo del Crucero, o del Amor, en un altar contiguo al del Sagrado Corazón, se expone el Santísimo Cristo en su Misericordia, escultura hispano-flamenca, del círculo de seguidores de Jorge Fernández, del segundo tercio del siglo XVI. En la antigüedad era titular del Hospital y de la Cofradía de la Misericordia. Su marco significativo era, pues, doble: el de devoción para los pobres y enfermos, y el de la penitencia promovida por la Cofradía.

 Virgen de los Dolores

Jesús pende de una cruz plana, de sección rectangular, clavado con tres clavos, sin suppedaneum. En el stipes superior corto se fija el titulus, en banda apergaminada blanca, con acróstico en negro. La corona de espinas la lleva sobrepuesta, natural, trenzada de arbustos espinosos. Cubre su desnudez con un paño de pureza, de plegados muy menudos, rodeando la cintura en forma arqueada, con estrías paralelas, y unas líneas verdes verticales y horizontales, en las fimbrias, imitando tejidos hebraicos.

Tratándose de una imagen apropiada para la ceremonia del Descendimiento, es obvio que representa a Cristo muerto. La cabeza cae reclinada hacia la derecha. El rostro, alargado, muestra acusadas facciones semíticas, nariz larga y afilada. La expresión dolorida se patentiza en el fruncimiento de los arcos superciliares y la caída de los párpados. Los ojos muestran, a través de la abertura palpebral, la dilatación de las pupilas, la mirada perdida. La boca entreabierta muestra la lengua proyectada contra la blanca dentadura. La cabellera está pegada al cráneo, con dos tirabuzones, que caen a la derecha ya la izquierda. La barba bífida está tratada, como el cabello, en masas compactas, con sencillos y naturales rizos. Las facciones recuerdan las obras de seguidores de Jorge Fernández, como Bernardino de Ortega.

Los brazos llaman la atención por el arqueamiento y flexión del antebrazo. Unas bandas de tela blanca, para el descendimiento, ocultan la articulación de los hombros. Las manos semicerradas están taladradas por las palmas. El torso es enjuto y seco, con un correcto estudio del natural, tanto en la caja torácica como en la musculatura pectoral y en la abdominal. El vientre relajado se muestra abultado. Tras las anchas y fuertes caderas, las piernas y rodillas se separan, desplomadas, como el Cristo de la Amargura, de Carmona, documentado como obra de Jorge Fernández. Al estar taladrados los pies por el mismo clavo, se cruzan, cerrando el arco compositivo.

En la pálida policromía, resultante de la última restauración, destacan con excesiva nitidez los hilos de sangre en manos, frente, pómulo, hombros, costado, rodillas, y pies. La composición es movida, naturalista y expresiva. De perfil recuerda los modelos iconográficos del Cristo de la Viga, que figura flexionado, como aplastado por la cruz, que adopta la forma de viga o prensa del vino.

Manuel Jesús Carrasco Terriza
Director del Secretariado Diocesano del Patrimonio Cultural
de su libro “La escultura del Crucificado en la Tierra Llana de Huelva”